Energía nuclear y ambiente. Los programas de restitución ambiental y gestión de residuos radiactivos de la CNEA
por Jorge Salvador Zappino
Resumen
En la década de 1960, la Argentina decidió comenzar a generar energía eléctrica a partir de la construcción de tres centrales nucleares. Esa decisión implicaba la necesidad de fabricar localmente los elementos combustibles (EECC) para los reactores. De allí que la minería del uranio fue, desde el comienzo, un factor fundamental de la historia del sector nuclear en el país.
Entre las décadas de 1950 y 1990, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) llevó adelante diversas exploraciones y evaluaciones de zonas uraníferas en Córdoba, La Rioja, Salta, Chubut, Mendoza y Catamarca. En 1982, se puso en marcha la planta de conversión en Córdoba (futura Dioxitek S.A.) y la fábrica de EECC en Ezeiza (futura CONUAR S.A.). A partir de ese momento, las centrales nucleares fueron abastecidas con EECC fabricados a partir de uranio extraído de yacimientos argentinos, principalmente del yacimiento de Sierra Pintada en San Rafael (Mendoza).
En 1997, la CNEA decidió detener la producción del Complejo Minero Fabril de San Rafael, el cual quedó finalmente inactivo cuatro años después. Además de este complejo, también fue decreciendo la actividad en todos los yacimientos. Desde entonces, todo el concentrado de uranio se importa.
El alcance del Programa de Remediación de la Minería del Uranio (PRAMU) involucra como objetivo final a todos los sitios en donde se desarrolló esa actividad en nuestro país. Con este proyecto de remediación, la Argentina se suma al grupo de referentes en restitución ambiental, junto a los Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia y Australia, además de ser el primer país latinoamericano en culminar este tipo de obras de infraestructura pública.
En la ciudad de Malargüe, provincia de Mendoza, se encuentra el primer sitio de restauración donde se han completado los trabajos de remediación en 2017. Allí surgió, entonces, un parque temático denominado «El Mirador», un espacio verde de siete hectáreas de esparcimiento para que el sitio no quede aislado y sea devuelto a la comunidad de la ciudad.
Por otro lado, el Programa Nacional de Gestión de Residuos Radiactivos (PNGRR), que lleva adelante la CNEA, es responsable de la gestión segura de los residuos radiactivos y los EECC gastados provenientes de todas las actividades nucleares que se desarrollan en el país. Su objetivo es el confinamiento y aislamiento de esos residuos por un período determinado y en condiciones tales que no impliquen un riesgo radiológico para las personas ni para el ambiente, tanto para las generaciones presentes como para las futuras.
Palabras clave: medioambiente, minería, uranio, residuos nucleares.